viernes, enero 26, 2007

Penumbra

La oscuridad lo envuelve todo. La oscuridad oculta todo. La oscuridad lo es todo.

La oscuridad es una mano negra que asfixia la luz. Es un puño que aún no termina de cerrarse pero deja escapar algunos rayos luminosos.

La oscuridad es fuerza y es potencia. Es objeto y sujeto.

La oscuridad vive, serpentea, baila y seduce. La oscuridad encuentra su presencia en las cosas, los actos y los hombres.

La oscuridad respira, se nutre y alimenta, lentamente, de nuestras almas.

La oscuridad penetra por nuestros poros, vuelve nuestra sangre hiel.

La oscuridad nos golpea, nos hace sentir calor y frío, nos mece lentamente en la existencia hasta que desesperemos y finalmente la abracemos. Tienta a la luz que queda a claudicar, a perderse, a dejar todo lo que tiene, y todo lo que tendrá.

La oscuridad es muerte, es usura, es daño, es desamor, es dios, es llanto, es tentación... en una palabra:

La oscuridad es la humanidad.

Pero existe algo en el ser humano mismo que se rebela, que se levanta y grita. Ese algo es luz.

Esos rayos luminosos, esos que aún no se extinguen, que aún el poderoso puño no logra terminar de aplastar, esos son quienes dan aliento, quienes dan vida, quienes dan alegría, quienes dan verdad...

La luz son quienes dan.

Y yo, aunque atormentado por demonios milenarios, combatidos desde tiempos inmemoriales por mortales e inmortales, tengo la dicha de haber conocido a una de esas fulguras, una que me hizo ver que aún hay mañana, aún hay horizonte, aún hay razón en la lucha y sentimiento en el corazón.

Una luz clara que me hizo ver que aún hay esperanza. Que me hizo ver que aunque luche contra sombras y pesadillas, habrá alguien que jamás dejará de buscarme.

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domingo, enero 07, 2007

Existencias

El hombre es un existente excepcional: un animal que puede manejar a un extraordinario nivel las abstracciones, en tanto planos matematicos como lingüisticos. A la misma vez posee una memoria que le permite aprender de la experiencia y en base a eso aprendido obtener nuevo conocimiento, el cual adquiere por metodos lógicos y racionales.

Aun asi, el hombre esta en una caida constante, en un abismo de profunda oscuridad, puesto que al preguntarse cosas tan simples como "¿Quién soy?", "¿Dónde estoy?", "¿A dónde voy?", "¿De dónde vino todo?" simplemente no encuentra una respuesta satisfactoria. De manera análoga, tampoco puede con la fuerza de su intelecto responder la pregunta del sentido de la existencia: ¿Para qué existe todo?

Muchos dirán que Dios creó todo, pero aún así no me dicen porqué carajo Dios quiso que todos nosotros existamos. O lo que sería aún más blasfemo (pero válido): ¿Para qué existe Dios?

Y es que en verdad ningún para qué tiene valor, ya que si uno continua preguntando por las razones de todo, tarde o temprano, toda la justificación de la existencia misma se reduce a un "porque sí" o "porque así es".

Pero lamentablemente "porque sí" no explica nada, por lo que no es admisible. Entonces, tendremos necesariamente que ir al fondo: no hay una razón última para todo. Nada tiene razón de ser. Todo sencillamente... es. Fuimos nada, y nada seremos. Todo tiene carácter accidental.

Y así, el hombre a pesar de todo busca maderos de donde asirse. Busca en el amor, la musica, el arte, la religión, el saber, el libertinaje, la descendencia o en otras cosas más oscuras un sentido a su existir; sin que ninguna de estas (que en realidad tienen igual valor) sea el sentido del Absoluto. Confunden la parte con el todo. Piensan que una parte de la existencia humana, a la que llaman vulgarmente "vida", es lo que da sentido a todo el fenómeno.

Confunden la parte con el todo, y en unos pocos años mueren, sin saber para que pasaron tantos otoños, tantos días, tantas veladas de amor, tantas noches leyendo hasta el cansancio... y tantas tardes como esta en la que estoy escribiendo. En unos pocos años morirán. Algunos sin saber quienes fueron Jean-Paul Marat o Rosa Luxemburg, otros sin nunca haber recibido un beso o una caricia, pero a la postre, todos acaban igual, en lo mismo, en la no-existencia: la tan mentada "muerte".

Y así el hombre, en su caída constante, finalmente termina de caer, desapareciendo con él su arte, su ciencia, su llanto y su desesperación. Y en verdad, es triste saber que muy pocos de los hombres descubrieron que el sentido de la existencia es la existencia misma. Es ser porque somos, ser lo que somos y tan solamente esperar el final. Y en esa espera, al final, de lo unico que se trata es de hacerla lo menos dolorosa posible.

Lo siento, pero la realidad humana no es trascendente. La realidad humana es real.

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